El Vacío Sagrado y el Algoritmo: La Religión: Entre el consuelo y la alienación (Parte 2)

 

Claves:

Promesas religiosas
Narrativas de sentido: karma, redención, vida eterna. Rituales que conectan con lo trascendente y ofrecen marcos interpretativos para el sufrimiento y la muerte.

El fracaso institucional
Cuando los rituales se vuelven mecánicos y los dogmas se desconectan de la experiencia viva, la religión se transforma en alienación.

El vacío resultante
La pérdida de credibilidad genera un hueco que la modernidad intenta llenar con nuevos sucedáneos de lo sagrado.

 

El caso japonés resulta paradigmático de esta crisis. El envejecimiento acelerado de la población monástica budista, con templos que carecen de sucesores para mantener las tradiciones milenarias, ha llevado a una escasez práctica de oficiantes para ceremonias funerarias. ¿Es la introducción del robot Pepper una solución pragmática a un problema demográfico, o representa algo más profundo: la pérdida irreversible de lo humano en lo sagrado?
Marx señaló que «la religión es el opio del pueblo», pero su crítica iba más allá del simple rechazo: reconocía que la religión respondía a una necesidad real de consuelo ante las miserias del mundo. El problema surgía cuando estas respuestas se institucionalizaban hasta convertirse en mecanismos de control social que alejaban al individuo de su propia experiencia de lo divino.

Nietzsche proclamó que «Dios ha muerto», no como celebración, sino como diagnóstico trágico: la pérdida de los valores trascendentes dejaba un vacío nihilista que la cultura occidental no había sabido colmar.Max Weber complementó esta visión con su concepto del «desencantamiento del mundo”, la progresiva racionalización de la existencia que expulsaba el misterio y la magia de la experiencia humana.

Paradójicamente, la tecnología que Weber veía como agente desencantador se convierte ahora en el nuevo objeto de fe, heredando las promesas incumplidas de la religión.