El Vacío Sagrado y el Algoritmo: La Tecnología: La ilusión de control y su precio (Parte 3)

La tecnología contemporánea seduce con promesas que resuenan extrañamente familiares: eficiencia que bordea la omnipotencia, algoritmos que predicen el futuro con precisión casi profética, y interfaces que prometen conectarnos con una sabiduría superior. El robot sacerdote Pepper encarna perfectamente esta nueva soteriología tecnológica: abarata los costos ceremoniales, está disponible las 24 horas, no envejece ni se jubila, y ejecuta rituales con precisión mecánica. Pero ¿a qué precio?

Byung-Chul Han diagnostica nuestra época como la «sociedad del rendimiento», donde cada individuo se convierte en un proyecto de optimización perpetua. En este contexto, la tecnología promete hacernos más eficientes, más conectados, más informados. Pero el resultado paradójico es una soledad digital donde la hiperconexión tecnológica coexiste con el aislamiento emocional más profundo. Los funerales oficiados por robots son el símbolo perfecto de esta contradicción: tenemos ceremonia sin comunidad, ritual sin presencia humana.

Sherry Turkle, tras décadas estudiando la relación humano-tecnología, acuñó la frase devastadora: “Alone Together”(Juntos en soledad) (Enlace a la charla TED). La tecnología nos ofrece la ilusión de conexión —likes, comentarios, videollamadas— pero nos priva de la intimidad auténtica que surge del encuentro impredecible con el otro. Un robot sacerdote puede recitar sutras con perfección fonética, pero jamás podrá ofrecer la mirada compasiva, el silencio significativo, o la palabra precisa que surge de décadas de sabiduría humana enfrentada al sufrimiento.