La Creatividad como lenguaje emocional (Parte 3)

Los adultos y la pérdida del lenguaje creativo

A medida que crecemos, muchos de nosotros experimentamos una progresiva desconexión de nuestras capacidades creativas. Esta pérdida no es casual ni inherente al desarrollo humano, sino el resultado de múltiples factores sociales, educativos y culturales que gradualmente nos alejan de este valioso recurso emocional.

Sistemas educativos

La transición hacia modelos educativos que priorizan el pensamiento lógico-matemático y verbal por encima de la expresión artística. Las asignaturas creativas pasan a ser consideradas «secundarias» o «complementarias».

Cultura laboral

Entornos profesionales que valoran la productividad, eficiencia y resultados tangibles, dejando poco espacio para la exploración creativa sin un fin práctico inmediato.

Presión social

Expectativas sociales sobre el comportamiento «maduro» que estigmatizan el juego y la expresión artística espontánea como actividades «infantiles» o «poco serias».

Falta de tiempo

Vidas sobrecargadas de responsabilidades que reducen los espacios para actividades sin un propósito práctico inmediato, relegando la creatividad a un lujo ocasional.

Las consecuencias de este distanciamiento del lenguaje creativo son profundas y afectan directamente nuestro bienestar emocional. Numerosos estudios han documentado cómo esta desconexión contribuye a:

  • Impacto en la salud emocional
  • Mayor dificultad para identificar y expresar emociones complejas (alexitimia)
  • Aumento de síntomas de ansiedad y depresión al carecer de vías alternativas de expresión
  • Acumulación de tensión emocional sin canales adecuados de liberación
  • Desarrollo de mecanismos de afrontamiento menos saludables como la procrastinación, el consumo excesivo de pantallas o diversas adicciones

Paradójicamente, es precisamente cuando enfrentamos los desafíos emocionales más complejos de la vida adulta —estrés laboral, relaciones interpersonales, crianza, pérdidas significativas— cuando más podríamos beneficiarnos del poder procesador de la creatividad. Sin embargo, es justo entonces cuando muchos nos encontramos más desconectados de esta capacidad innata.

El estudio de Claire Foster, “Creative Practice as a Form of Stress Coping: Psychological and Physiological Mechanisms» (2025) encontró que participar en actividades creativas, incluso por períodos breves , produce un aumento significativo en el bienestar emocional y una reducción de los niveles de cortisol (hormona del estrés) en adultos.