Las decisiones que tomamos suelen estar derivadas de emociones y sentimientos previos. La decisión de permanecer en la zona de confort o saltar al vacío en busca de la incertidumbre sólo depende de una decisión tomada en pocos segundos, o no.. A veces las decisiones de segundos llevan tejiéndose en el destino durante mucho más tiempo del que somos conscientes y simplemente se presentan ante nosotros en el momento oportuno. Pero que no se me entienda mal, el destino no es sólo para triunfar, tambien lo es para fracasar. De hecho, muchas de las bondades del mundo en el que vivimos fueron precedidas de un destino fracasado.
El fracaso es el preludio del cambio, de la crisis que se lleva por delante todo aquello en lo que pusimos el corazón y el alma pero aunque cueste comprender, no es el fin, es el comienzo de una nueva ruta dentro del mismo camino. A lo largo del camino que es nuestra vida, aparecen cientos de oportunidades representadas en puertas metafísicas que se pueden abrir con la llave más inesperada.
Si una de esas puertas se presenta ante tí y te aterroriza cruzar su umbral porque no hay un mínimo de certidumbre, tienes ante tí una puerta prohibida. ¿Que sucederá si la cruzo?, ¿haré el ridículo?, ¿perderé todo lo que tanto esfuerzo me ha costado conseguir?. Olvida todo eso, la libertad de elegir es individual, el miedo a la libertad es colectivo. Mi primer encuentro con una puerta prohibida fue hace ya mucho tiempo, desde ese primer encuentro he tenido ante mí varías que no he dudado en cruzar a pesar del terror que me producián. Desde hace tiempo siento que se acerca la mayor puerta prohibida de mi vida y puede que sea porque he transformado el terror en esperanza pero sé que será muy diferente a las que he cruzado en el pasado. Si quieres volar nunca tengas miedo a caminar.