Un castillo en la inmensidad del mundo

Decía el relato escrito por Friedich Karhem Van Popper, «La leyenda del hombre que salió de su sombra», que la valentía de una persona se mide por las acciones que está dispuesto a llevar a cabo en los momentos más determinantes. Y personalmente comparto esa opinión. Si bien considero que el destino existe, tambíen considero que el azar y la suerte tienen su parte de protagonismo en la inmensidad del mundo. Transitar un camino todos los días puede considerarse monótono y rutinario, pero, y si, ese azar o suerte aporta pimienta a la receta. El destino nos garantiza que llegaremos al final del camino, pero nunca podrá garantizar todo lo que va a suceder entremedias. He aquí la clave de nuestra existencia como ciudadanos de la región, del país, del mundo globalizado que nos rodea. ¿Caminaremos y disfrutaremos del camino? o, nos limitaremos a seguir la corriente del río que nos lleva al final. Las alegrias y las miserias forman parte del camino pero se suelen ver como la diferencia entre todos nosotros. La realidad es que la diferencia entre todos nosotros no son las alegrias y las miserias, sino la forma en que reaccionamos a ellas. Siempre habrá luz y siempre habrá oscuridad, lo único que cambiará será la importancia que le demos a cada una de ellas, que será la que determine cual llena nuestro alma. Esa es la primera piedra de nuestro castillo en la inmensidad del mundo.